viernes, 7 de junio de 2019

Resumen brevísimo de la poesía española desde 1940 a 1975

POESÍA DESPUÉS DE LA GUERRA (1939):

 La contienda nacional del 36 provocó la dispersión del grupo del 27, algunos porque se exiliaron, como fue el caso de Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda y Rafael Alberti; otros como ocurrió con Federico García Lorca fue asesinado y, por último algunos como Dámaso AlonsoVicente Aleixandre y Gerardo Diego permanecieron en España. Esta dispersión da pie a diferente temática, así, mientras los que viven el exilio se centran en su experiencia como exiliados y los sentimientos que ello les provoca, la poesía aquí se desarrolló en torno a tres revistas: Escorial, Garcilaso y Espadaña.
      Escorial reunió a los poetas de la generación del 36  que se decantaron por una poesía intimista de temas líricos tradicionales: el amor, la muerte, la tierra, el paisaje. Garcilaso Sus autores son básicamente los mismos poetas de Escorial.         La revista Espadaña (1944). Contra esta visión esteticista y de evasión , reaccionan una serie de escritores que reclaman una poesía con mayor contenido, que refleje la desgarradora realidad española de la época.
                  Surgen así dos bloques estéticos en los años 40 Poesía esteticista que Dámaso Alonso denominó “poesía arraigada” que ofrece una visión positiva del mundo y una que llamó “poesía desarraigada”.  Fecha clave para estea segunda estética es el año 1944 en que se publica Hijos de la ira de Dámaso Alonso (“Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres”) y Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre, así como la creación de la citada revista Espadaña (1944). Obra importante es también Ángel fieramente humano de Blas de Otero (1950)
Además de los dos polos señalados (poesía arraigada y poesía desarraigada), hay escritores que intentan enlazar con la generación del 27 (el grupo “Cántico” de Córdoba) y con el surrealismo: la revista “Postismo” –abreviatura de postsurrealismo- de Carlos Edmundo de Ory En la poesía surrealista el deseo se constituye en el motor del mundo. Los principales recursos estilísticos son metáforas encadenadas que tienen su base en el sueño, la alucinación y el subconsciente.

AÑOS 55-68 POESÍA SOCIAL 

1ª Fase:
Hacia 1955 se consolida —en todos los géneros— el llamado «realismo social». De esa fecha eran dos libros de poemas que marcan un hito: Pido la paz y la palabra de BLAS DE OTERO y Cantos iberos de GABRIEL CELAYA. En ellos, ambos poetas superan su anterior etapa de angustia existencial, para situar los problemas humanos en un marco social. En cuanto a la temática, hay que destacar la gran proporción que alcanza el «realismo crítico»: la injusticia social, la alienación, el mundo del trabajo, el anhelo de libertad. Estilísticamente se trata de una poesía que emplea un lenguaje claro de tono coloquial, pues va dirigida «a la mayoría».

POESÍA SOCIAL 2ªFase 
A finales de los cincuenta apareció un grupo de poetas que, sin dejar los temas sociales, buscaba una mayor elaboración del lenguaje poético y un desplazamiento de lo colectivo a lo personal con predominio del tema de la infancia. Para ellos el poema es un instrumento que permite al ser humano –y, por tanto, al poeta—conocer el mundo, conocerse a sí mismo. Son poetas conocidos como la Promoción de los cincuenta: Ángel González, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines, Claudio Rodríguez.

LOS AÑOS 70: LOS NOVÍSIMOS Y LOS CULTURALISTAS:  Preocupación por la forma y el lenguaje; ruptura con la cultura tradicional e inspiración en el mundo del cine, el deporte, televisión, cómic, canciones, el jazz, incorporación de referencias muy cultas a obras y autores extranjeros (Se les llama los culturalistas; y también “los venecianos” por su gusto por ciudades como Venecia).

El nombre procede de una antología publicada en 1970 por el crítico José María Castellet con el títuloNueve novísimos poetas españoles que incluía a: Pere Gimferrer (la principal figura) y Guillermo Carnero entre otros. Pero la poesía de este periodo no se limita a la de los nueve poetas de la antología de Castellet. Al culturalismo se incorporan nuevos nombres que no aparecieron en la como Luis Alberto Cuenca, Antonio Colinas (con el libro Sepulcro en Tarquinia) y a Luis Antonio Villena.


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